Ricardo
Sigala
En
Zapotlán el Grande hay una calle con el nombre de Guillermo Jiménez, una
escuela secundaria, lo mismo que una pequeña plaza ubicada al poniente del
centro de la ciudad. En el columnario de los zapotlenses ilustres también se yergue
una columna en su honor. Su nombre está escrito en letras de oro en el
ayuntamiento junto a los de Juan José Arreola, Clemente Orozco y José Rolón. Una
biblioteca lleva su nombre, ¿quién es pues Guillermo Jiménez que tanta atención
merece en su ciudad natal?
Jiménez fue apoyado por Venustiano
Carranza para que se fuera a estudiar a París, se recuerda con énfasis aquella
famosa escena del “Caballero azul de la esperanza”; aparece en los murales de
Diego Rivera en la Secretaría de Educación Pública, es autor de libros
publicados en España y Francia, lo veo en una foto de 1956 acompañado de
Giovanni Papini, la última foto de Papini. Un libro de Alejo Carpentier fue
editado con una dedicatoria a nuestro personaje. Recibió las palmas académicas
de Francia y la Orden de Caballero de la Legión de Honor de Francia, además de
la gran Cruz de Austria. Hay que mencionar también su papel en las relaciones
exteriores de nuestro país, ejerciendo en España, Francia y Austria. ¿Quién es
pues Guillermo Jiménez?
En
Ciudad Guzmán siempre ha habido intentos de rescatar la memoria de Guillermo
Jiménez, el Archivo municipal se ha dado a la tarea de divulgar su obra, existe
una agrupación que desde hace 20 años se estableció con su nombre. Y en los
últimos años nos hemos encontrado con una reciente revaloración de su figura: en
2011 coincidiendo con el 120 aniversario de su natalicio, se publicó un ensayo
biográfico por parte de Héctor Alfonso Rodríguez Aguilar, una labor de largos
años de trabajo; y en los recientes años se han organizado homenajes conjuntos
entre el ayuntamiento de Zapotlán y el Centro Universitario del Sur que
incluyeron conferencias, presentaciones de libros, representaciones teatrales,
conversatorios y otras actividades
alrededor de este escritor. En 2012 se publicó su narrativa y su teatro por
parte del CUSur, en el volumen titulado Obra
reunida. Narrativa y teatro.
Casi
medio siglo dedicó Guillermo Jiménez a escribir una obra múltiple y constante,
desde la década de los diez hasta la de los cincuenta publicó una veintena de
libros, dominantemente narrativa y ensayo, aunque también exploró la poesía y
el teatro, se le deben además algunas crónicas de viaje y varias antologías,
sin contar su incansable actividad periodística. Cinco décadas en las que con
paciencia y meticulosidad fue construyendo un estilo que en sus inicios es
claramente modernista, aunque personalísimo, y que al paso del tiempo, de los
libros y de la experiencia, fue haciéndose de un estilo salpicado con elementos
de las novedosas propuestas de la narrativa del siglo XX. Guillermo Jiménez es
un autor injustamente olvidado que, para su fortuna y la de sus lectores, en
tiempos recientes ha despertado un interés que quizás le dé la oportunidad de
ser valorada en su justa dimensión.
La
novela moderna tiene su origen en el Quijote de Cervantes, concretamente en su
locura producida por los libros y que se manifiesta por su necesidad de querer
recorrer el mundo, de ahí que el barbero y el cura como una manera de sanar tal
demencia optan por quemar la biblioteca del caballero andante. Podemos decir
que la literatura moderna de Zapotlán tiene su origen en un hombre que primero
se fue a recorrer el mundo, y que en dicha travesía construyó una biblioteca
que disciplinadamente conservó su amigo Mauro Velasco, que también se enfrentó
a la quema de uno de sus libros (Zapotlán.
Quemar un libro es eliminar una biblioteca por lo menos es un sentido
simbólico) y que su legado: los libros recogidos por el mundo y concentrados en
una biblioteca de provincia y sus propios textos literarios publicados en este
y al otro lado del atlántico, en mucho han contribuido a la locura, yo diría,
feliz locura que es hoy la literatura zapotlense.
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