José Luis Vivar
Guillermo
Jiménez,
]en un jardín de España. (Una de las fotos de regalo de Constanza Jiménez de Juárez a Milton Iván Peralta) |
¿Qué hace mejor a un escritor de otro?,
es algo que constantemente se escucha decir. Como si en verdad se pudieran
establecer parámetros para medir la calidad literaria. Sin embargo, ante la
insistencia, algunos opinan que es la forma en que manejan el lenguaje; otros,
señalan la cantidad de ejemplares vendidos en el mercado editorial; y por
último, hay quienes insisten en destacar aspectos exclusivamente literarios: no
venden mucho, pero son de mayor calidad.
Verdad
o mentira, al final de cuentas la fama de un escritor es tan variable como los
estilos y la temática que cada uno de ellos maneja. Los gustos son diversos y a
veces extraños. Aunque nadie puede negar que todos estos factores antes mencionados
quedan eclipsados por la magia, sí la magia que tiene un escritor para tocar a
sus lectores, e involucrarlos en las historias que cuenta, en el modo de describir
lo que a ojos de los demás es invisible.
Uno de esos escritores es Guillermo Jiménez, oriundo de este antiguo
Zapotlán el Grande, y a quien homenajeamos en su onomástico el día de hoy.
Lejos
de los falsos artificios, de las narraciones complicadas, del lenguaje
inalcanzable, Jiménez es un autor que ha trascendido al tiempo, a las modas y a
los ismos tan comunes en la literatura.
En
la brevedad de su obra hay una riqueza lingüística, historias inolvidables,
momentos poéticos, y sobre todo, un profundo amor a la lengua en castellano. Es
a todas luces un autor accesible y al mismo tiempo exquisito. Etiquetarlo en
alguna corriente determinada le resta méritos, lo vuelve común; nos basta saber
que es un Gran Escritor.
Reunidos
en torno a su memoria, debemos insistir en revisar su obra, promoverla entre
las nuevas generaciones, permitir que con cada uno de sus textos nos entregue
esa magia que lo hace inolvidable, la magia con la cual los lectores viven en
sus palabras. Esto, finalmente es lo que hace más que mejor diferente a un escritor: su capacidad para tocar almas.
Guillermo
Jiménez es uno de ellos. Se le debe leer, porque esa es la mejor forma de
rendirle este homenaje.
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