miércoles, 28 de mayo de 2014

El cine contra el bullying

Víctor Hugo Prado


Si me preguntaran si el cine tiene un valor pedagógico-didáctico, yo diría que sí. Sobre todo el cine diferente al que estamos acostumbrados, diferente al cine comercial que vende estrellas y plantea tramas predecibles, como el de las telenovelas. En las que el bien triunfa sobre el mal, en el que las bonitas aniquilan a las feas, en donde el guapo es el héroe. 



No sé el impacto que entre un grupo social puede tener una cinta, y no lo sé porque para eso habría que medirlo y confieso que no lo he hecho. Me gustaría hacer el experimento con la cinta Después de Lucía, con jóvenes de secundaria y bachillerato. ¿Por qué con esa en particular? porque Después de Lucía merece, desde ya, un puesto privilegiado entre las mejores aproximaciones que se han podido hacer del bullying en el cine.

Esta película, es la opera prima de Michel Franco, que a decir de José Antonio Martín, crítico de cine tiene un estilo, “sin florituras visuales, sin salidas de tono innecesarias”. Dice, “desde el minuto uno, su película destila verdad”. La historia muestra un nuevo derrotero de una familia rota por la tragedia, la muerte de Lucía en un accidente automovilístico, dejando con ello viudo a Roberto y sin madre a Alejandra. Ellos, padre e hija se trasladan desde Puerto Vallarta hasta la ciudad de México, para emprender una vida después del inesperado infortunio.

Alejandra, se incorpora a un colegio, que parece normal como todas las escuelas, entablando amistad con un montón de chicos, con los que parece integrarse sin problema, pero este espejismo de normalidad da un violento vuelco a raíz de un infortunado suceso. Un chico de la pandilla con el que tiene una relación sexual, graba con su teléfono el frenético encuentro y lo pone en circulación por medio de las redes sociales. Alejandra a partir de ahí se convierte en el objeto de burlas de todos, sino también en víctima de todo tipo de vejaciones y abusos imaginables que una persona pueda ser capaz de soportar.

La película de Franco, exhibe sin ningún tipo de pudor los abusos a los que es sometida la protagonista en toda su crudeza. Comparto lo dicho por José Antonio Martín al señalar que “no es una película apta para estómagos sensibles o mentes susceptibles, ya que contiene una gran carga de violencia psicológica que hace que su visionado signifique una experiencia desagradable”. Cuando la vi, escuchaba y percibía en la sala la indignación ante el maltrato. La película no tiene un final feliz, no como en las telenovelas. El público se quedó atónito cuando se terminó sin que un hada apareciera para poner fin a la ignominia. Ahora, con la nota nacional del niño de Tamaulipas muerto por Bullying ejercido por sus compañeros, y de miles que en el anonimato lo sufren, sin duda creo que hacen falta más títulos como Después de Lucía en nuestras carteleras. Porque el cine, aparte de entretener, puede funcionar también como un eficaz instrumento para crear conciencia y abrir los ojos sobre este tipo de problemáticas. Por ello afirmo que, ver Después de Lucía puede dejar una gran enseñanza entre los alumnos y profesores. En mi convicción, tiene un enorme valor didáctico.

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