Elizabeth Rentería T.
César Vallejo nació el 16 de Marzo de 1892. Ese día que
Dios estuvo enfermo arrojó a un Odiseo que no buscaba regresar a casa, hasta
ahora no hay otros documentos que digan lo contrario. Es sabido que sus
primeros estudios los realizó en Santiago de Chuco, Perú. Por “castigo divino”
su destino fue navegar entre múltiples oficios antes de terminar como bachiller
en Letras en la universidad de Trujillo aunque quiso convertirse en Galeno y no
lo logró.
Las voces de las musas se hicieron escuchar en el silencio de una mente en calma entre 1915-1917 cuando publicó Los heraldos negros, hubo ecos primigenios en revistas y periódicos de la ciudad de Trujillo. En un vaivén entre la Europa y tierras peruanas es encarcelado en 1920 donde las musas le inspiran su poemario titulado Trilce, obra que revolucionará la poesía universal. Los fenómenos sociales que suceden en su estancia por Europa lo inclinan hacia el comunismo, durante esa época conoce a Huidobro y Larrea entre otros poetas. En compañía de Gorgette (su mujer) es invitado a Prusia y publica Tungsteno en 1931, al siguiente año regresa clandestinamente a París y ese producto marxista es traducido al ruso. Su obra poética que escribió en París, se recopiló con el título Poemas Humanos (1939), que fue publicado de manera póstuma.
Vallejo colaboró, fundó y editó muchas revistas tanto en España como en Perú. Su odisea termina con su muerte el 15 de abril de 1938, sus restos descansan en el cementerio de Montparnasse.
ENTREVISTA PÓSTUMA
Elizabeth Rentería.- Aún no entiendo muy bien su arte, no lo he leído cuidadosamente, ¿me quiere aclarar algunas dudas al respecto?
Vallejo-. Yo nací un día que Dios estuvo enfermo, ¿alguna
otra cosa?
E R.- ¿Qué tan enfermo estaba ese Dios y cómo lo sabe?
Vallejo.- No voy a hablar de temas religiosos.
E R.- ¡Ah! está bien, usted disculpe, entonces dígame
¿qué opina de que la crítica le haya dicho resentido?
Vallejo.- No entiendo.
E R.- Es que tras su encarcelamiento publica Trilce, ya que lo había encerrado
injustamente.
Vallejo.- ¡Ah! sí lo recuerdo.
E R.- ¿El encarcelamiento?
Vallejo.- No, el poemario; me gusta más Los heraldos negros, con ese poemario,
me estrené como poeta del posmodernismo.
E R.- Creí que había sido del vanguardismo.
Vallejo.- También, ¿sabes? me gusta ser controversial en
mis poemas, polémico en el discurso del poema, ésa es mi obra, todo un mundo.
E R.- Y llena de palabras inventadas…
Vallejo.- ¡Que va! Claro que no, si las nombras existen
por tanto yo soy un creador.
E R.- ¿Un pequeño Dios?
Vallejo.- ¿Pequeño? Para ti poeta Dios.
E R.- ¡Oh! disculpe Señor.
Vallejo.- Es una broma, ¿ya ha terminado la entrevista?
E R.- Sí, gracias.
Vallejo.- ¿De qué?
SUEÑO DE CÉSAR VALLEJO
Vallejo tuvo un sueño recurrente en abril de 1938
mientras convalecía en el hospital, soñaba que navegaba por las aguas del
atlántico, el barco encalló en Francia al amanecer. Él se encontraba dentro de
un ataúd, su viuda lloraba, su alma, que estaba desprendida de su cuerpo, veía
horrorizado cómo los gusanos salían de su nariz, cómo la carrosa fúnebre
llevaba sus restos al Montparnasse, mientras llovía. Trataba de cerrar sus ojos
para cerciorarse de que se trabaja de un sueño pero en su propio sueño despertó
en un calabozo de Perú, un lugar silencioso donde ahogarse con sus propias
palabras, escribía en las paredes como loco, el lugar se hacía más oscuro a
medida que escribía. Entonces se abrió la puerta resplandecientemente, entró su
viuda que aún tenía el vestido del funeral, quería decirse a sí mismo
“despierta esto es un sueño”, el calabozo se deshizo y comenzó a nevar, se
sintió con fiebre y se desmayó, cuando despertó otra vez vio su cuerpo en el
fondo de un ataúd pero esta vez su amigo Larrea cantaba un poema para que él
siguiera en un profundo sueño.
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