lunes, 7 de julio de 2014

La tentación de Dante

Milton Iván Peralta


Dicen que la tentación se hizo para ser saciada, y eso es algo que Dante Alejandro Velázquez impregnó en sus personajes, los cuales se quitan la tentación que cada cuento les va poniendo en el paso, desde la tentación sexual, lo fantástico, hasta por poseer lo que no es suyo pasando por el de la violencia los pecados y los vicios tienen cabida  hasta aquel que tanto crítico Don Quijote: “Todos los vicios, Sancho, traen un no sé qué de deleite consigo, pero el de la envidia no trae sino rencores y rabia”. 



Los temas son la ironía, la violencia, la sexualidad son los ejes centrales del libro La Tentación, y hay que agradecer a Dante por las pizcas de humor que nos regala, como decía Enrique Vila-Matas: “la ironía es la forma más alta de la sinceridad”,  considerando que nuestra literatura tiene una asignatura pendiente con el humor, como lo confirma Carlos Monsiváis en su prólogo de su antología de La poesía mexicana del siglo XX. Y explicaba a grandes rasgos, porque  la nuestra era una literatura que se podía preciar de tener grandes hallazgos, pero todos eran serios, dramáticos, desgarrados, y es que rara vez la literatura mexicana le ha apostado a la ligereza o al humor. Basta ver los títulos de algunas obras clásicas: El luto humano, Los días enmascarados, El laberinto de la soledad, Muerte sin fin, Nostalgia de la muerte, El Llano en llamas: todos aluden a situaciones tensas, desgarradas, límite, y aunque este libro tiene un título así “La tentación”, cada página, cada línea va mostrándonos un mundo distinto y nos saca de vez en cuando una sonrisa.

Y es que Dante, se perfila entre ese pequeño espacio de escritores que su obra usa el sentido de humor, como lo son: Juan José Arreola, Salvador Novo, José Agustín, Jorge Ibargüengoitia,  Carlos Monsiváis o Fernando del Paso pero tristemente no ha sido una constante de nuestra literatura.

Augusto Monterroso decía: “El verdadero fin del humorista es hacer pensar y, a veces, hasta hacer reír”. A él le parecía más importante que el humor te hiciera pensar y luego te provocara una carcajada, si eso era necesario o posible. Pero sin caer en el chiste vulgar o corriente, en realidad son nada más pinceladas las que nos regala Dante, que nos sacan de nuestra violencia o de la tensión, y un buen ejemplo de esto es el de Nicole Kidman viene de regalo.

Desde los primeros cuentos, El vampiro del andador Constitución  o el de La memoria,  nos da el guión de la unidad de toda la obra, violencia, humor y brevedad, siendo esta última otra de las virtudes que tienen los cuentos, buscando la expresión justa, son pocas las palabras que sobran, y esa es un gran hallazgo en esta obra.
La mayoría de los cuentos no sobrepasan las cinco cuartillas, la mayoría estará en las dos o tres, cada cuento tiene su propia dimensión, y no se reducen a su mínima expresión sino es necesario y tampoco se alargan.

En algunos momentos los sucesos son activos o pasivos, quiero decir que en algunos momentos si el lector no está bien concentrado la acción puede pasarle sin darse cuenta, o pasa un hecho muy fuerte, pero contado de una forma en la que no suena tan cruel, o casi casi por desapercibido, esto me agradó de Dante porque no todo le da al lector, le exige una lectura atenta y a veces profunda, demostrando su conocimiento de la literatura y buscando experimentar son diferentes formas de narrar, recordándome en ciertos momentos a Raymond Carver, por la pasividad aparente en que transcurre la historia, pero esto pude ser una interpretación mía nada más.

Las voces de los personajes transcurren de hombre a mujer, o niño dependiendo lo que la historia pida, Dante no se sujeta a caprichos personales, deja que el relato lo lleve por donde es necesario, así que cada cuento transcurre sobre sus propias reglas, aunque todos llevan un sentido similar, convirtiendo al libro en una unidad, cosa que en muchos libros no sucede, a veces los cuentos no tienen nada que ver, “La tentación” es un ramillete de tentaciones que se van saciando página a página.


Terminaré mi participación, hablando del último cuento, he mencionado al primero porque es la apertura, el que te da la pauta de lo que será el libro, es una muestra de lo que te espera en cada historia, pero el final es distinto, ya has recorrido todo y es necesario una salida, un gran final, y es ahí donde se ve el oficio de cada escritor, si es una ventana falsa, si es una salida de emergencia porque no supo cómo, ni cuando acabar, el cuento final puede ser el clímax de un cuento, si la conclusión no es buena,  lo demás del cuento será fallido y el esfuerzo no habrá valido la pena; el cuento final es lo mismo, se puede tener una salida magistral como cualquier gimnasta que debe saber y salir perfecto, en este caso Dante nos regala un cuento de época con el de Cálida muerte de Fray Alejandro de Arce, el más extenso, con una narrativa diferente, pero un tema que no rompe con la unidad del libro, el cuento final se convierte en la puerta de entrada a un nuevo mundo que nos dice que podría ser afortunado para el escritor, una salida que nos regala nuevas matices y un futuro esperanzador. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario