jueves, 14 de mayo de 2015

El lenguaje y nosotros

Antonio Navarro

Sin duda que una de las prácticas del ser humano que mejor definen  su personalidad es en el uso y manejo del lenguaje, y si éste se da por vía del diálogo y/o la conversación, aquello se convierte en un verdadero deleite para el buen entendimiento y la comprensión de las ideas, o en su nivel más íntimo, la percepción de los sentimientos. En la palabra descubrimos las voces que cada uno de nosotros hemos alimentado a lo largo de nuestras vidas. He ahí nuestro más profundo signo de identidad: el lenguaje.



      Sea bien que disfrutemos de una buena conversación sentados a la mesa de una aromática cafetería, rodeados de aquellas múltiples voces que de igual manera entretejen cada palabra humedecida en un sorbo de café; o los momentos que se acompañan con exquisitos condimentos, que lo mismo ennoblecen nuestros vegetales,  el pan y el vino, como así a nuestra charla que se deja fluir entre cada platillo. Momentos y circunstancias para la ocasión: en un encuentro fortuito;  sentados en la banca de un parque; en una caminata vespertina…sea donde fuere, la ocasión de entablar un diálogo, una conversación, siempre será motivo para enriquecer nuestra convivencia con los demás.
      
En cada tiempo, época o realidad, se hace necesario alimentar las palabras con el ánimo de quererlas vivas en su fonética constante y sonante, nombrando cada visión en este mundo que hemos conocido y reconocido precisamente al través del lenguaje, de otorgarle los signos que por milenios ha permitido el darle sentido a la vida humana. Nombramos  lo desconocido para hacerlo nuestro, que sea parte de nuestra existencia. Porque en la ignorancia se debilita la palabra y muere el lenguaje. No es éste el deseo compartido. De ahí los ánimos vertidos en lo dicho: alimentar las palabras, construir el diálogo, provocar la conversación.
           
      navarro1958@prodigy.net.mx

      

No hay comentarios:

Publicar un comentario