Jorge Mauricio
Barajas Pérez.
Altar muy probablemente del antiguo Sagrario de Zapotlán con Sr. San José y la Virgen del Rosario, Protectores y Patrones de la ciudad. La fotografia es de finales del siglo . |
El 23 de Octubre de cada año,
Zapotlán el Grande se viste de gala y de fiesta, es el día de la “Fiesta
Grande” y como tal, la ciudad entera se engalana para que el Santo Patrono
Señor San José, sea sacado de Catedral y en “andas” recorra la ciudad que lo
proclamó “Protector contra Sismos y Temblores” desde el lejano año de 1747. La
venerada imagen del Santo Patriarca es acompañada en ese día tan especial por
una imagen de la Virgen del Rosario, sin embargo, esta Virgen del Rosario que
todos los zapotlenses conocemos, no es la misma imagen que originalmente llegó con San José a Zapotlán. Es una
distinta, y por lo tanto, dos son las imágenes que se han venerado en nuestro
pueblo.
La
tradición oral de la que todos los pueblos se nutren dicen palabras palabras
menos que, las imágenes llegaron junto con un arriero a la Cofradía del Rosario
donde fueron descargadas. El arriero murió en el trascurso de la noche y la carga
quedó sin dueño, sin nadie que la reclamara. Pasados los días se dio aviso al
encargado del Convento Franciscano de la Asunciòn en Zapotlán y este acompañado de fieles y
seguidores destapó las cajas y encontró dos imágenes bellamente trabajadas que
representaban a Señor San José y a la Virgen María. Las imágenes fueron
llevadas en procesión a la iglesia parroquial y juramentadas como patrones
y protectores contra las adversidades
del Volcán de Colima.
La
historia sin embargo es un poco diferente, según el Presbítero Don Luis Enrique
Orozco Contreras en su Tomo V de su excelente “Iconografía Mariana de la
Provincia Eclesiástica de Guadalajara”, ratificado por el Maestro y Cronista
Emérito de Zapotlán, el recién fallecido Juan S. Vizcaíno en el Boletín de la
Benemérita Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística. Capitulo Sur. Año II,
Sayula, Jal, Octubre de 1990 Num. V y con folio 0011, nos dice que; “ Según
parece también los frailes de San Francisco encargaron en Guatemala una imagen
de la Santísima Virgen junto con la de San José y cuando se tuvo noticias de
que llegaban, salieron a recibir ambas esculturas, acompañados de indios y
vecinos del pueblo, hasta la Hacienda de Cofradía del Rosario, porque en ese
tiempo el Camino Real de Guadalajara a Colima pasaba por el lado poniente de la
laguna...” con lo que debería quedar establecido que fueron Fray Juan Bautista
Solís, guardián del convento de Zapotlán, y Fray Juan Antonio Caro, maestro de
doctrina quienes recibieron las imágenes, mandadas realizar por encargo a
Guatemala. Estas fueron colocadas en uno de los altares laterales del Templo
Parroquial, esto en el año de 1747. En el mismo año se presenta un sismo sin
mayores daños a la población pero es el motivo de que ambas imágenes sean
entonces proclamadas “Patrones y Protectores contra las amenazas de nuestro
volcán y toda adversidad”, según lo escrito por el M.I. Canónigo Dr. D. Ramón
López.
El
25 de marzo de 1806, durante la Cuaresma de ese año, se invitó a los Reverendos
Padres del Convento de la Cruz de Querétaro para realizar ejercicios
espirituales a la población de Zapotlán,
el Templo Parroquial pletórico de gente fue sacudido con el pueblo
entero en un fuerte terremoto de funestas consecuencias, las descripciones de
los Reverendos Padres a su convento dan cuenta de la destrucción y la ruina en
que quedo el Zapotlán de ese año. Dos mil personas se dice quedaron sepultadas
baja las bóvedas derrumbadas del Templo, solo el altar donde se veneraban las
imágenes de Señor San José y su inseparable compañera quedaron en pie. Las
imágenes fueron trasladadas al Templo de la Tercera Orden, y se ratificó el
Juramento de manera Solemne en que se pedía la protección y patrocinio de Señor
San José y la Virgen del Rosario.
Esa
escultura de la Virgen María que se
juramentò en 1747 y 1806 no es la actual imagen que se venera en el altar
oriente dentro de Catedral. Esa escultura
conocida popularmente como “La Chatita” fue retirada del culto durante
la primera mitad del siglo diecinueve, se dice que el deterioro había mermado
su estado. El Maestro Esteban Cibrian Guzmán nos dice que la imagen era una
Virgen bajo la advocación de la Inmaculada Concepción y que se encuentra
actualmente en el Templo de la Merced bajo el resguardo de los padres
franciscanos, la imagen a que hace alusión el Maestro Cibrián, y que pude
observar es una escultura que se encuentra de pie sobre un globo terráqueo,
pisando una serpiente, sobre una peaña cuadrangular, al parecer es una imagen
para vestir, de finas facciones, de casi tamaño natural y actualmente se
encuentra en el coro, dentro de una vitrina, con evidencias de deterioro. El
Maestro Ramón Villalobos “Tijelino” por su parte nos dice que “la imagen
original que acompañaba a Señor San José hasta 1850 después de ser retirada del
culto, se recupera”, “el Obispo Don Leobardo Viera Contreras debió mandarla
limpiar, restaurar, le hizo vestir y la colocó en el oratorio de la Casa
Obispal donde se encuentra actualmente”.
Así
pues la Sagrada imagen de la Virgen del Rosario original que acompañó a Señor
San José a su llegada a Zapotlán el Grande,
fue cambiada en el siglo diecinueve por la actual que todos conocemos,
una imagen con una historia que compartiremos en la siguiente entrega.
El origen de la Virgen del Rosario de Zapotlán
(Segunda parte )
En
el texto pasado recordábamos la llegada de las Sagradas imágenes del Santo
Patrono Señor San José y la Virgen María a Zapotlán, y su juramentación como
protectores contra las adversidades del volcán de Colima. Residieron en la antigua parroquia de Zapotlán desde al
menos 1747, fue posterior al terremoto de 1806 que las imágenes fueron trasladadas al Templo de
la Tercera Orden, bajo el cuidado de los franciscanos, permaneciendo ahí por 75 años.
En 1881 son colocadas en su nuevo
templo parroquial, la actual Catedral que se construía a marchas forzadas desde
1866. La escultura que se colocó en el
altar central de la parroquia ya no era la misma Virgen del Rosario “original”
que había sido traída desde Guatemala y que acompañaba al Castísimo Patriarca
Señor San José.
Hacia 1840 el Señor Cura Don
Dionisio Arteaga, encarga a un escultor de Guadalajara la realización de una
nueva escultura de la Virgen del Rosario. Permítaseme aquí una pequeña
hipótesis, es probable que la original escultura de la Virgen del Rosario
sufriera algún tipo de desperfecto durante el temblor de 1806 y la subsiguiente
caída casi total del templo, pudo o no ser así, el caso es que el Padre Arteaga solicitó en Guadalajara la
intervención del famoso Maestro escultor Don Mariano Pierusquía.
El Maestro Pierusquía o
Perusquía, existen ambas versiones escritas de su apellido, fue un célebre
escultor queretano, profesor en la Academia de Bellas Artes de México, discípulo
del gran Manuel Tolsá de quien aprendió el oficio de escultor. En 1835 fue enviado a Guadalajara para que se
hiciera cargo de la clase de escultura en la Academia de Bellas Artes de
Guadalajara que, según el maestro Gonzalo Obregón, había fundado en 1824 el
primer Gobernador del Estado de Jalisco, el ex novicio franciscano Don
Prisciliano Sánchez. Fue a Guadalajara el Maestro Pierusquía acompañado del
gran pintor Antonio Castro, y de Don
José Antonio Romero quien fungirá como Director de la Academia.
Las obras más notables de escultura
religiosa del Maestro Mariano Pierusquía en la ciudad de Guadalajara, y que aún
se conservan y pueden admirarse, son la hermosa Virgen de la Merced, del Templo
de los Mercedarios en la esquina norponiente de Pedro Loza e Hidalgo al
poniente del Palacio Municipal, y la Virgen de Nuestra Señora del Carmen del
antiguo Templo del Convento de Monjes Carmelitas, hoy en la acera sur de la
avenida Juárez, entre 8 de julio y Pavo, mandada realizar por el prior del
convento, Fray Manuel de San Juan
Crisóstomo Nájera, hombre de luces y de ciencia.
Fue pues a este insigne escultor a
quien se le encomendó la realización de la actual Virgen del Rosario que
podemos admirar en el altar oriente de la actual Catedral de Zapotlán y que
acompaña “en andas” al Santo Patrono Señor San José cada 23 de octubre por las
calles de la ciudad. Fray Luis del Refugio de Palacio y Balois, prior del
Convento Franciscano de Zapopan, historiador, crítico de arte y arquitecto,
restaurador, elogiaba las obras del maestro Peirusquía, como las más hermosas,
la Virgen del Carmen de Guadalajara y la Virgen del Rosario de Zapotlán.
Dejemos que sea el Maestro Ramón
Villalobos “Tijelino” quien nos describa esta hermosa pieza escultórica “Es una
escultura para vestir hecha en madera de sabino, plantada a plomo sobre una
pierna, la otra flexionada hacia adelante para logra la caída de las telas de
la ropa…el colorido de la mayor parte de su cuerpo es de un tono gris de azul
muy claro, iniciándose en un escote circular hasta la tercera parte de sus
brazos y después de 20 cm, sobre su tobillo. La cabeza, manos y pies están
pulimentados a trapo y mano con imprimaciones al temple y terminados al óleo a
vejiga. Su terminado es tan terso que al tocarle podríamos creer que se tratara
de una porcelana o el interior de un caracol en esta obra de Don Mariano
Perusquía. El autor, nos entrega una de las formas más hermosas y armónicas de
cuello, rostro, nariz, ojos y boca, que se hayan producido en la escultura de
su época. Y varios autores y un servidor sin temor a equivocarnos, aseguramos
que la escultura de la imagen de Nuestra Señora del Rosario de Zapotlán del
maestro Perusquía es una de las más hermosas esculturas queretanas que existen
en nuestra República. Sus pies y manos conservan las características de sus
abuelas las esculturas guatemaltecas, con las uñas de dibujo acuñado y falanges
levantadas, el estudio de venas y tendones y el ritmo y armonía que
caracterizan a estas piezas.”
Las peañas en que se presentan las
imágenes no son originales, les fueron colocadas a inicios del siglo 20, con
ello la imagen de Nuestra Señora del Rosario de medir 1.55 metros paso a 1.75
metros, pero conservan ese don de la monumentalidad, que al ser colocadas en un
altar se agigantan. La construcción del altar oriente de la Catedral Basílica
Zapotlense fue costeado por el pueblo de Zapotlán bajo la dirección y la guía
del Siervo de Dios Silviano Carrillo Cárdenas, Párroco de Zapotlán y más tarde
Obispo de Culiacán, fue el Sr. Cura Carrillo quien logró terminar la actual
Catedral y trasladar de la antigua Parroquia, hoy Sagrario, donde se
encontraban el par de imágenes desde 1881 a su lugar actual. Gran ceremonia se
realizó para tal efecto, donde estuvo presente un hijo ilustre de Zapotlán el
Canónigo Don Francisco Arias y Cárdenas de grata memoria en la Catedral de
Santa María de la Asunción de Guadalajara.
Para 1909 los ebanistas José María
Carrillo y José Carrillo realizaron las
peañas y los nichos en que actualmente se encuentran las imágenes y fueron
colocadas en ellas en 1910. El motivo fue un accidente de consecuencias
funestas para la imagen de Señor San José, que sin embargo dio como resultado
el saber con certeza el origen de la escultura.
Finalmente solo nos queda agregar,
que el Niño Jesús que porta la imagen de
Señor San José en su brazo derecho fue realizado a inicios del siglo 20. Obra
del maestro escultor Agustín Espinoza, queretano, quien había sido discípulo
del gran Victoriano Acuña, celebre escultor de imágenes religiosas en
Guadalajara y discípulo a su vez de Don Mariano Perusquía.
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