miércoles, 18 de noviembre de 2015

El Imperio de la literatura mexicana

Ricardo Sigala



La literatura mexicana se ha convertido en una protagonista de las letras en lengua española. Hoy en todo el mundo se habla de Fernando del Paso, después de que este 12 de noviembre se dio a conocer que era el ganador del Premio Cervantes. Todos los periódicos y sus portales en internet pusieron en primera plana la nota del galardón literario más importante que se concede en lengua española, el lugar común asevera que el Cervantes es el Nobel español.  La noticia es en verdad un gran suceso, pues en opinión de los conocedores de literatura, Fernando del Paso es el mejor narrador vivo de nuestra lengua, y hace muchos años se esperaba el reconocimiento, porque ya hace varias décadas que impresionó, a la vez que desconcertó, al medio literario mundial con la publicación de sus monumentales novelas, novelas monstruo, las define Jorge Volpi.



Sus novelas José Trigo, Palinuro de México y Noticias del Imperio representan una aventura artística que incluye a la vez la más atrevida vanguardia y un abrazo a la tradición, que en la teoría resultan difíciles de conciliar, esos libros imposibles de escribir hasta que un genio viene y los planta en el rostro de los sorprendidos lectores, (la sorpresa consiste en la sensación de enfrentarnos al primer libro en nuestra vida). Fernando del Paso hizo, sólo con estas tres obras, un experimento inédito en nuestra lengua, y tarde o temprano debería ser reconocido en España, pues en su momento ya había sucedido en nuestro país nada menos que con el Premio FIL de Literatura 2007, y antes en Venezuela con el Rómulo Gallegos; también Francia le había otorgado el Premio a la Mejor Novela Extranjera y Estados Unidos le había premiado con la beca Guggenheim. Para cualquier escritor de lengua hispana, después de ganar el Cervantes  la única aspiración válida es el Nobel, la  obra de del Paso asumiría con dignidad tal atributo.

            Comenzamos diciendo que la nuestra se ha posicionado como una de las literaturas con más proyección y reconocimiento en el orbe, y lo digo no sólo por la noticia de ayer. Hablemos sólo del Premio Cervantes, de 2005 a la fecha, cuatro escritores mexicanos lo han ganado, en 2005 Sergio Pitol, en 2009 José Emilio Pacheco, hace dos años Elena Poniatowska; en una república literaria que incluye tradiciones tan imponentes como la argentina, la chilena, la colombiana, la peruana y la cubana, eso debe verse como una proeza. El Premio FIL de literatura, que le sigue en jerarquía al Cervantes, pero que además incluye a todos los países de lenguas romances como el francés, el italiano y el portugués, en los últimos diez años se le ha otorgado a tres mexicanos: Carlos Monsiváis en 2006, el mismo Fernando del Paso en 2007, y Margo Glantz en 2010. En lo que se refiere a los escritores más jóvenes, es de destacar que el Premio Herralde de novela, en España, premió a escritores mexicanos en los últimos dos años: en 2013 Álvaro Enrigue y en 2014 Guadalupe Nettel. La literatura mexicana goza de más que una buena salud y se alza con dignidad en el panorama internacional.

        
    En nuestro país vivimos tiempos oscuros: la peor crisis de inseguridad de la historia: la incursión del narcotráfico y el crimen organizado en los ámbitos gubernamentales; la corrupción como práctica habitual de convivencia y un sistema de justicia ineficaz; una moneda devaluada y un famélico poder adquisitivo de los trabajadores; una incapacidad de generar empleos justamente retribuidos; crisis laboral y de la educación; un país maquilador alejadísimo de la innovación tecnológica y científica que lo salve del marasmo en que se encuentra; el uso irresponsable, asesino e impone del patrimonio municipal (pienso en víctimas como nuestro compañero David Fernando González Reséndiz, o en la víctimas de la violencia militar y policiaca), un gobierno sin credibilidad y un deterioro de la dignidad de las figuras políticas como el caso del presidente; y un sinfín de malas notas que agobian a nuestra vida cotidiana. Pero ante ese panorama desolador, ante un país que a los ojos del mundo de desmorona, nuestros escritores le dicen a ese mismo mundo, que en México también existen las otras fuerzas, las de la inteligencia y la creatividad, las del pensamiento y la conciencia de la patria, las del amor por el conocimiento, la educación y la cultura, y que si bien algunos se esfuerzan por degradar a México, existen otros mexicanos que han dado su vida, todos los días de su vida, con toda su fuerza e intelecto a crear un camino alternativo para los mexicanos.


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