Ricardo
Sigala
Son las diez de la
mañana del miércoles 26 de agosto y en la Casa de la Cultura de Ciudad Guzmán
se percibe un ligero cambio en la rutina. Desde temprano ha llegado personal
del DIF Zapotlán y se apresuró a colocar una lona en el interior del auditorio
y un gran ramo de flores; también se ha instalado una pantalla en la que se
proyectará un video; en el ingreso del recinto, desde la puerta principal hasta
la del auditorio se han distribuido varios caballetes que exhiben cuadros
pintados al óleo, son paisajes, algunos urbanos, otros naturalezas muertas,
pero la mayoría son paisajes naturales, en especial de la laguna de Zapotlán y
de La Peñas. Una mesa en el pasillo contiene una muestra de libros, se trata de
tres títulos: Antes del olvido, En busca del paisaje e Historias de mujeres. Los invitados se
han instalado en sus lugares y los organizadores hacen los últimos ajustes, está
por comenzar la Entrega del reconocimiento Adulto mayor distinguido 2015, que
en esta ocasión recibirá Jesús Vázquez Barragán.
Una ceremonia discreta y breve hizo
honor a la personalidad del homenajeado; el mismo Jesús al momento de tomar la
palabra fue parco y concreto,
no se entretuvo en rodeos ni en
sensiblerías, a pesar de que estaba notablemente emocionado. Este es justo el
rasgo que caracteriza a Jesús Vázquez Barragán, un hombre que en su discreción
ha sido un activo participante de la cultura de nuestra ciudad y ha contribuido
a ella de una manera importante.
Tres son las facetas
de Jesús Vázquez como una figura relacionada con la cultura y el arte. Su
primera aventura se relaciona con la música clásica; desde muy joven quería ser
cantante de ópera y dedicó diez y siete años a formarse y ha practicarla. A
mediados de la década de los años sesenta fue aceptado en la Escuela superior
de música de la Ciudad de México y muy pronto dio recitales en las salas Chopin
y Silvestre Revueltas, en 1968 participó en una larga temporada en el musical “Hello
Dolly” que protagonizara Libertad Lamarque. Jesús Vázquez recuerda
entrañablemente un recital que dio en el teatro de la Normal de Ciudad Guzmán,
se encontró con un teatro casi vacío, pero con la presencia de Juan José
Arreola quien tuvo el buen gesto de estimularlo a seguir por el camino de la
música.
La tercera faceta de Jesús Vázquez surge
a medidos de los noventa cuando ingresa al Taller literario de la Casa de la
cultura de Ciudad Guzmán. Con disciplina y constancia se ha convertido en el miembro
del taller más permanente y asiduo. Ahí es donde el artista zapotlense a partir
de ejercicios de escritura fue construyendo su faceta de escritor. A los largo
de casi dos décadas ha escrito un libro de memorias, titulado Antes del olvido, que da cuenta de sus primeros años en
Zapotlán, su trabajo como funcionario de Hacienda en Tamazula, así como su
posterior permanencia en la Ciudad de México, en especial sus experiencias en
la música y en la pintura. Más tarde publicará En busca del paisaje, en donde escribe la crónica de la génesis y
destino de algunos de sus cuadros, anécdotas y motivos, circunstancias
interesantes y divertidas surcan las páginas de esta obra sui generis. Finalmente hay que mencionar su faceta literaria, con
una pequeña plaquette titulada Historias de mujeres, Jesús Vázquez da
amuestra de un ojo atento a las vidas de la gente, las minucias cotidianas que
pueden definir o determinar toda una existencia, sus textos literarios muestran
plenamente las virtudes de su amplia formación, pues construye textos, con un
ritmo y una música verbal precisos, y con imágenes que confirman su actitud
mesurada y precisa. Jesús Vázquez Barragán es dueño de una prosa pulcra y sin
amaneramientos. En el taller literario se ha ganado la fama de ser una agudo
buscador de la frase concisa, clara y exacta. En su obra no hay una palabra de
más, ni una coma.
La
labor artística de Jesús Vázquez Barragán ha sido permanente en nuestra ciudad,
su ruta ha sido la del sonido, el color y la palabra. Las melodías de Schubert
que su bel canto depositó en los
oídos de Juan José Arreola; los cuadros que dan luz y vida a muchas casas, oficinas
institucionales y en especial en su domicilio particular, que acertadamente ha
bautizado como “La casa del paisaje”; y las horas de lectura de aquellos que
nos hemos acercado a sus libros; todo eso, de alguna forma, ya lo justifican.
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