lunes, 31 de agosto de 2015

Jesús Vázquez: el sonido, el color y la palabra

Ricardo Sigala


Son las diez de la mañana del miércoles 26 de agosto y en la Casa de la Cultura de Ciudad Guzmán se percibe un ligero cambio en la rutina. Desde temprano ha llegado personal del DIF Zapotlán y se apresuró a colocar una lona en el interior del auditorio y un gran ramo de flores; también se ha instalado una pantalla en la que se proyectará un video; en el ingreso del recinto, desde la puerta principal hasta la del auditorio se han distribuido varios caballetes que exhiben cuadros pintados al óleo, son paisajes, algunos urbanos, otros naturalezas muertas, pero la mayoría son paisajes naturales, en especial de la laguna de Zapotlán y de La Peñas. Una mesa en el pasillo contiene una muestra de libros, se trata de tres títulos: Antes del olvido, En busca del paisaje e Historias de mujeres. Los invitados se han instalado en sus lugares y los organizadores hacen los últimos ajustes, está por comenzar la Entrega del reconocimiento Adulto mayor distinguido 2015, que en esta ocasión recibirá Jesús Vázquez Barragán.



            Una ceremonia discreta y breve hizo honor a la personalidad del homenajeado; el mismo Jesús al momento de tomar la palabra fue parco y concreto, no se entretuvo en  rodeos ni en sensiblerías, a pesar de que estaba notablemente emocionado. Este es justo el rasgo que caracteriza a Jesús Vázquez Barragán, un hombre que en su discreción ha sido un activo participante de la cultura de nuestra ciudad y ha contribuido a ella de una manera importante. 

      Tres son las facetas de Jesús Vázquez como una figura relacionada con la cultura y el arte. Su primera aventura se relaciona con la música clásica; desde muy joven quería ser cantante de ópera y dedicó diez y siete años a formarse y ha practicarla. A mediados de la década de los años sesenta fue aceptado en la Escuela superior de música de la Ciudad de México y muy pronto dio recitales en las salas Chopin y Silvestre Revueltas, en 1968 participó en una larga temporada en el musical “Hello Dolly” que protagonizara Libertad Lamarque. Jesús Vázquez recuerda entrañablemente un recital que dio en el teatro de la Normal de Ciudad Guzmán, se encontró con un teatro casi vacío, pero con la presencia de Juan José Arreola quien tuvo el buen gesto de estimularlo a seguir por el camino de la música.

           
Sin embargo, afloraría una nueva pasión en la vida de Jesús: la pintura. En 1978 ingresó en la Escuela nacional de pintura y escultura La Esmeralda, en donde obtuvo el titulo de pintor. Su vocación sería, incluso antes de la educación formal, el paisajismo, admirador de José María Velasco, Vázquez ha pintado más de 400 cuadros y ha participado en más de medio centenar de exposiciones entre individuales y colectivas. Sus paisajes destacan por un trazo firme y decidido, por una presencia dominante de verdes y azules, algo en sus lienzos está vivo y en movimiento, no en vano en Zapotlán se le conoce habitualmente como Jesús El pintor.

            La tercera faceta de Jesús Vázquez surge a medidos de los noventa cuando ingresa al Taller literario de la Casa de la cultura de Ciudad Guzmán. Con disciplina y constancia se ha convertido en el miembro del taller más permanente y asiduo. Ahí es donde el artista zapotlense a partir de ejercicios de escritura fue construyendo su faceta de escritor. A los largo de casi dos décadas ha escrito un libro de memorias, titulado Antes del olvido,  que da cuenta de sus primeros años en Zapotlán, su trabajo como funcionario de Hacienda en Tamazula, así como su posterior permanencia en la Ciudad de México, en especial sus experiencias en la música y en la pintura. Más tarde publicará En busca del paisaje, en donde escribe la crónica de la génesis y destino de algunos de sus cuadros, anécdotas y motivos, circunstancias interesantes y divertidas surcan las páginas de esta obra sui generis. Finalmente hay que mencionar su faceta literaria, con una pequeña plaquette titulada Historias de mujeres, Jesús Vázquez da amuestra de un ojo atento a las vidas de la gente, las minucias cotidianas que pueden definir o determinar toda una existencia, sus textos literarios muestran plenamente las virtudes de su amplia formación, pues construye textos, con un ritmo y una música verbal precisos, y con imágenes que confirman su actitud mesurada y precisa. Jesús Vázquez Barragán es dueño de una prosa pulcra y sin amaneramientos. En el taller literario se ha ganado la fama de ser una agudo buscador de la frase concisa, clara y exacta. En su obra no hay una palabra de más, ni una coma.
           
La labor artística de Jesús Vázquez Barragán ha sido permanente en nuestra ciudad, su ruta ha sido la del sonido, el color y la palabra. Las melodías de Schubert que su bel canto depositó en los oídos de Juan José Arreola; los cuadros que dan luz y vida a muchas casas, oficinas institucionales y en especial en su domicilio particular, que acertadamente ha bautizado como “La casa del paisaje”; y las horas de lectura de aquellos que nos hemos acercado a sus libros; todo eso, de alguna forma, ya lo justifican.



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