lunes, 21 de septiembre de 2015

Arreola desconocido

Vicente Preciado Zacarías



Hay muchos Arreolas aquí en Zapotlán. Pero al que aludo es sólo uno. Desde hace tiempo es famoso. Yo no creía hasta que lo vi con mis propios ojos.

            Caminando una helada mañana por la Kurfüstendamm de Berlín, entré en una librería para calentarme un poco; yo no leo alemán, nunca lo pude aprender.  De pronto mi vista se detuvo en uno. Tenía las pastas color verde pasto.  Brillaban como un prado recién llovido. Allí culminante por el acento, estaba la palabra Zapotlán. El corazón me dio un vuelco.



            No hablo ni leo alemán, pero Dios me concedió un poco de memoria. Jamás he olvidado la contraportada del libro: “Ich, meine Damen und Herren, stamme aus Zapotlán el Grande (Yo, señoras y señores, soy de Zapotlán el Grande).

            Se trataba de Confabulario de Juan José Arreola, traducido al alemán. Esa tarde, recuerdo, escuchamos un coro con música de Bach en la moderna iglesia construida al lado de la Kaiser Wilhelm Kirche. Se me salieron las lágrimas.  No sé si por la melodía (en el gran órgano tubular) de la Kantate número 51, la vista de la iglesia bombardeada,  o por traer bajo el brazo –empastado en verde- a un amigo incomprendido hasta ese momento.

En Confabulario se encuentran las mejores prosas de Arreola. Muchos críticos  que estudian a fondo la producción literaria, parecen ignorar textos y trabajos de traducción que llevan su aliento personalísimo y magistral.

¿Alguien ha leído aquí en Zapotlán El arte religioso, de Émile Male. El cine, su historia y su técnica, de George Sadoul (1952) traducidos por Arreola? ¿Qué profesor de historia o de literatura, se precia de incluir en su programa Las grandes culturas de la humanidad, de Ralph Turner, traducción corregida por Juan José? ¿Alguien  conoce el precioso texto que envuelve con sus solapas la obra de Erich Kahñer:  Historia universal del hombre? Allí se encuentra una de las frases más bellas escritas en español a propósito de un texto: “Con estos materiales –escribe Arreola-. Erich Kahler ha trazado las grandes líneas de su libro, enérgicas y vivas. No como un paisajista minucioso ni con la ordenación geométrica de un panorama de Barbari, sino más bien a la manera del paisaje de Toledo que El Greco vio con ojos del espíritu, encrespado y radiante bajo un cielo tempestuoso”.

¿Por qué hasta Bertie Acker de la Universidad de Texas en su pulcro estudio sobre el escritor zapotlense pasó por alto la bellísima lira imaginaria de Lara imaginario (1980) y otros Prólogos notables en obras como: Ensayos escogidos, de Miguel de Montaigne(1959). Las décadas del Chango García Cabral (1979). Hojas de letra e poesía, de Alfredo Velasco (1974, 2000); textos egregios como Apostolado, de Claudel (1970). La implantación del espíritu (1979). Ramón López Velarde una lectura parcial de Juan José Arreola (1988) y libros “hablados” a partir de comentarios: La palabra Educación (1973).  Y ahora la mujer (1975)?

Hay muchos Arreolas en Zapotlán. Aludo solamente a uno. Ya saben a cuál me refiero.

Brevensayos
Vicente Preciado Zacarías.
Edición 2001
Pp 61 al 64.


    

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