Milton Iván Peralta
En el mar de tus ojos amanece
y se hace del azul un verde vivo
que pone en tu mirada el dogma altivo
donde mi fe desfallecida, crece.
Tus ojos, Elías Nandino
a Lupe Rivera Marín.
y se hace del azul un verde vivo
que pone en tu mirada el dogma altivo
donde mi fe desfallecida, crece.
Tus ojos, Elías Nandino
a Lupe Rivera Marín.
Lupe Marín (1963), Juan Soriano. |
María Guadalupe Marín Preciado (16 de octubre de 1895) fue una mujer que
contribuyó a la gloria del muralismo mexicano; además de haberse convertido en
parte de la historia del arte universal. “El libre
albedrío es su ley, su don es la belleza”, la describe Juan Soriano. Influyó en ser de las primeras mujeres en romper estereotipos, entre la
que destaca el de la mujer abnegada y permitirse muchas “libertades”; fue una
de las musas de pintores y fotógrafos. Intentó brillar con luz propia a pesar
de las sombras que le hacían sus maridos, Diego Rivera y Jorge Cuesta. Musa y
escritora, belleza y furia, son algunos de los muchísimos adjetivos con los que
podríamos describir a esta polémica mujer, en la cual siempre había dos
tonalidades e hizo y obtuvo lo que siempre quiso. Gilberto Owen la describió:
“Esta mujer
nunca caerá en el lugar común”.
Dos veces única pág. 82
Dos veces única pág. 82
Sobre sus orígenes el cronista de Zapotlán el Grande, la tierra de Lupe,
nos comenta:
“Nació en
Ciudad Guzmán, a las 2 de la mañana del día 16 de octubre de 1895, en la casa
número 10 de la calle de Quintanar, colindante con las llamadas Calderas de
Manzano (hoy una agencia automotriz). Séptima hija del matrimonio formado por
don Francisco Marín Palomino y doña Isabel Preciado Cárdenas”.
Zapotlán, ensayos de su historia, PP 141.
Zapotlán, ensayos de su historia, PP 141.
Diego Rivera, retrato de Lupe Marín. |
La familia de Lupe Marín saldría a Guadalajara a principios del siglo
XX, esto por problemas económicos que pasaba la familia. Vivieron en la
céntrica calle de Morelos. Lupe desde pequeña fue una niña inquieta, no era de
las que se quedaban sentadas, ella jugaba, brincaba, pero sobre todo se ensuciaba.
Dicen que de joven gustaba de comprar las revistas de moda que venían de París Le Jardin des Modes y Vogue, desde estas páginas sabría de los
cambios de la moda en Europa y trabajaría en la creación de sus propios
vestidos, que la hacía ver bella, moderna y audaz. Su belleza resaltaba a todas
luces gracias a su estilo de vestimenta a la moda italiana o francesa. Entre
1918 y 1920 se cortó el cabello y se dejó la falda tan corta como el pelo, este
cambio de look se convirtió en un
escándalo, Guadalupe Rivera Marín nos narra:
“en las
calles los chamacos le decían ¡ora loca!, y las beatas se santiguaban cuando
pasaban a su lado; pero lo más grave fue que la buena sociedad la marginó, no
quedándole más remedio que buscar salir del atolladero utilizando la puerta
grande de su matrimonio fuera del núcleo cerrado de la Perla Tapatía y mejor si
fuera con un pintor de renombre”.
Un río, dos Riveras, pp 73.
Un río, dos Riveras, pp 73.
Cabe destacar que en su juventud fue novia de José Guadalupe Zuno,
pintor y después gobernador de Jalisco, y quien irónicamente le presentó con
Diego Rivera. También por esos tiempos tuvo de pretendiente el que en ese
momento era el gobernador Vasilio Badillo.
La belleza de
Lupe Marín era hipnótica, su forma de ser era atrayente, hay una anécdota de un
viaje en tren de la intelectualidad jalisciense con el escritor Ramón del
Valle-Inclan, en el cual iba Guadalupe Marín y María Labad junto con Pedro
Henríque Ureña y Guillermo Jiménez (Zapotlán 1891), el poeta español quedó
impresionado de la belleza de Marín y lo deja plasmado en una dedicatoria de un
libro que le regaló:
“Te encuentro
en mi camino/cuando ya casi blanquea mi barba de peregrino…”
Esta anécdota
la cuenta Juan José Arreola a Fernando del Paso en el libro Memoria y olvido de Juan José Arreola en
las páginas 150 y 151. Aunque cabe
destacar que Elena Poniatowska en su libro Dos
veces única narra un poco diferente la anécdota y dice que David Alfaro
Siqueiros se la contó a Diego Rivera:
“En la
estación de Guadalajara, dos hermosas muchachas, María Labad y Lupe Marín,
pidieron permiso de subir al tren. <<Queremos un autógrafo del célebre
don Ramón María del Valle-Inclán y Montenegro, marqués de Bradomín y pariente
del mexicano Roberto Montenegro>>.
Don Ramón, quien era manco como
Cervantes, escribió en el volumen de Lupe:
¡Qué triste
destino el mío
encontrarte en mi camino
cuando los años blanquean
mis barbas de peregrino!”
encontrarte en mi camino
cuando los años blanquean
mis barbas de peregrino!”
Dos veces única, PP 30
y 31.
A cada paso Lupe rompía el corazón de los hombres, se fue a México
decidida a casarse a un personaje que nada más conocía de “oídas” y en los
diarios, fue tras Diego Rivera, quien en un primer momento se lo presentó el
que era su amigo y novio de Lupe, Guadalupe Zuno, pero la amistad con el
muralista surge con el apoyo del escritor Julio Torri. Diego Rivera inició el
mito y plasmó para la posteridad a Lupe Marín. Lupe fue la segunda esposa de
Diego, la primera fue Angelina Beloff, pero la primera en casarse a la iglesia,
a pesar de su comunismo, las nupcias se realizaron en Guadalajara. La relación
de ellos fue hasta el final turbia, pero llena de pasión. Ambos estuvieron
involucrados en la política y en el renacimiento de la pintura mural de México.
Dice Guadalupe Rivera Marín:
“Vivían una
pasión tormentosa”.
Pp 117.
Pp 117.
Diego y Lupe tuvieron dos hijas, Guadalupe y Ruth la primogénita
describe a su mamá en una entrevista como una mujer dura en extremo:
"creo que heredé de mi madre el carácter fuerte, decidido.
Ella fue una pionera en la lucha de la libertad de la mujer, hizo su
vida como quiso y creo que eso fue lo que heredé de mi madre".
"creo que heredé de mi madre el carácter fuerte, decidido.
Ella fue una pionera en la lucha de la libertad de la mujer, hizo su
vida como quiso y creo que eso fue lo que heredé de mi madre".
Frida Kahlo es un icono decadente: Lupe Rivera Marín, Rafael Croda, Notimex.
Es complicado saber de la relación de
ellos dos, hay muchas historias, pero la mayoría se contradice, pero queda
claro que para Lupe fue provechosa artísticamente, se colocó en el ojo del
huracán de la cultura en México, se codeó con los políticos de las altas
esferas. Es de aquí donde Lupe comienza a posar para fotógrafos de diferentes
países como Edward Weston, o pintores como Juan Soriano y la misma Frida Kahlo.
Siguió con amistad con algunos zapotlenses de su época, como lo era José
Clemente Orozco, José Rolón y Guillermo Jiménez, la hija de este último en
pláticas telefónicas me comentó que era común las tertulias entre estos personajes
en Casa de Diego y Lupe, el tema principal casi siempre era Zapotlán, Lupe
cocinaba y a veces era con comida tradicional de esta región del sur de
Jalisco. Cabe destacar que era una gran cocinera y siempre era un placer probar
sus platillos, Margarita Constanza Jiménez de Suárez comenta que “fue Lupe
Marín quien enseñó a cocinar a Frida Kahlo”.
Su amistad con mujeres que marcaron
época fue fundamental, entre ellas destaca Concha Michel, Carmen Mondragón, más
conocida como “Nahui Olin”, Tina Modotti, a quien culpan del rompimiento con
Rivera, fueron quienes ayudaron a crear ese movimiento feminista, fueron de las
primeras mujeres “decentes” en posar para los pintores y quedar plasmadas en
murales y cuadros, además en hablar abiertamente sobre temas de política, cosa
que para la época estaba prohibido. Conocemos obra poética de Nahui Olin, como
el de la recopilación de su obra Nahui
Olin, sin principio ni fin. Vida, obra y varia invención, de Patricia Rosas
Lopátegui. Lupe escribió dos novelas La única y Días Patrios. Pero para
entender el contexto de ambas obras hay que conocer algo de la vida de ella.
LA ÚNICA Y DÍAS PATRIOS
“Ni
Angelina en Europa ni Lupe Marín en México pudieron impedir que Diego se
relacionara con otras mujeres durante su matrimonio. La relación amorosa de
Rivera con Tina Modotti le fastidió la existencia a Lupe de tal manera que
cuando Diego decidió emprender su primer viaje a la Unión Soviética ella lo
amenazó con abandonarlo… y así fue. El carácter de la Marín llevó las cosas por
otro lado; cuando el inquieto pintor regresó de su viaje encontró a la paloma
negra en otro nido. Por ello Gilberto Owen, Salvador Novo, Xavier Villarutia y
Jorge Cuesta, del grupo Contemporáneos,
admiradores y seguidores de Paul Reverdy, agarraron a Rivera por su cuenta,
produciendo críticas mordaces en su contra. No lo bajaban de cornudo y otras
cosas.”
Un río, dos Riveras, pp 117.
Fotografías de Guadalupe Marín
por Edward Weston. |
“Lupe tenía una casa media pueblerina por el rumbo de Mixcoalco a la que
nos invitaba a comer tamales, enchiladas y a jugar bridge, en la época en que
ella estaba casada con Diego Rivera. Cuando Diego se fue a Rusia ella se quedó
y siguió invitándonos. En esas reuniones ella y Jorge comenzaron a coquetear
mutuamente y lo que tenía que pasar, pasó.
Después, Lupe le escribió a Diego
que ella ya estaba con Jorge y que quería que le concediera el divorcio. Diego
le contestó que sí se lo daba, siempre y cuando le reservara a él el segundo
piso de esa casa a la que ella nos invitaba, para cuando él regresara de Rusia.”
Elías Nandino una vida no/velada, de Enrique Aguilar, página 128.
La relación con Jorge Cuesta fue calificada por Héctor Gamboa como:
“amor a
primera incongruencia”
Redes, página 296.
Porque Lupe era todo lo contrario a Jorge tanto en capacidad intelectual
como en belleza. Además, Cuesta le daba por reflexionar todo, cada detalle,
muchos de sus conocidos dicen que no reflexionó lo que podría pasar en dicha
relación. Y el tiempo dio la razón, el matrimonio no duró mucho, de 1930 a 1932,
el carácter fuerte, difícil de ambos no pudo congeniar, su unión no acabó bien.
La relación dio un hijo el 13 de marzo de 1930, Antonio Cuesta Marín.
“Culminó en
chismes y conflictos familiares que Lupe contó en sus novelas La Única y Días Patrios.
Finalmente, Lupe y Cuesta se
divorciaron, ella enfermó. Tuvo un shock nervioso y sufrió mucho.”
Elías Nandino una vida no/velada, de Enrique Aguilar, página 128.
Ignacio
Betancurt en el prólogo del libro Sonetos
profanos, de Antonio
Cuesta Marín (Ediciones del Ermitaño, 2009), nos narra algo de la infancia
Antonio:
“en un hogar que es abandonado por la propia Lupe y en
donde el padre soltero realiza experimentos consigo mismo que alguna vez lo
llevaron a sufrir pérdidas de conciencia frente a su hijo. En Itinerario de disidencia, Jorge
Cuesta (1903-1942),
Louis Panabière narra cómo Jorge Cuesta le pide a Gilberto Owen “que le quitara
a su hijo, pues un impulso que lo atemorizaba, lo hacía sentirse atraído por
él”.”
Lupe nunca se quedó callada, siempre
dijo lo que quería, esto desde muy chica siempre fue así y se fue refinando con
la edad. Hay una anécdota en el Memorias
de David Alfaro Siquieros, quien fue amigo de la familia Marín Preciado, de un
viaje que hizo en plena revolución a Guadalajara con Manuel M Dieguez:
“la única mujer de la tierra de las tapatías que salía
valientemente al balcón de su casa gritando con voz de macha: “¡Viva Carranza!”
cuando nuestras tropas victoriosas llegaban a la capital de Jalisco”.
pp 176-177
Lupe tiene una reacción muy fuerte,
pero no agritos y golpes en contra de quien la haya echo enojar; no, ahora el
grito fue distinto, más fuerte, fue con el arma más letal: la pluma. Publicó
los La única y Días patrios en los
cuales detalla las relaciones con Diego Rivera y Jorge Cuesta, pero es a este
segundo a quien más le pega, ya que saca a flote un tema que se decía velado,
sus relaciones incestuosas con su hermana y la homosexualidad de este, siendo
para la época un tema delicado. Además, despotrica contra la familia de Cuesta,
sobre todo su madre. Pinta a Jorge Cuesta como un hombre desobligado, un total
abandono en la cama y que la golpeaba. Además, un supuesto intento de romance
entre Cuesta y la hermana menor de Lupe, Isabel, a quien le regala un poema La única. Durante muchos años han
culpado a Lupe Marín del suicidio de Jorge Cuesta, no sabemos realmente cuánto
le afecto al escritor dichas publicaciones.
En 1938 salió a la luz La única se hizo una sola edición de mil
ejemplares, en la imprenta de Loera y Chávez, dicen que debieron venderse nomás
de 300 ejemplares, ya que la obra quedó vetada hasta la actualidad, es un libro
difícil de encontrar. Y es que Lupe arremete con todo y contra todos,
convirtiéndose en la primera mujer en opinar en México sobre la vida política,
tema tabú para ellas, realiza un retrato de la vida cultural y política de su
momento. Habla abiertamente de temas eróticos, los cuales junto con los
homosexuales y los acosos sexuales crearon gran revuelo en la sociedad de la
época, y el motivo por el cual fue
confiscada en su momento, mismo destino tuvo su otro libro Un día patrio. Cabe destacar que la portada de la primera novela,
la realizó Diego Rivera, en la cual dibuja a Lupe y a su hermana Isabel
sujetando con las manos una charola con la cabeza de Cuesta. Estos son algunos de los motivos por
los cuales la obra de Lupe se desvaneció casi por completo, hasta el día de hoy
donde Elena Poniatowska con su biografía novelada Dos veces única la pone nuevamente en el panorama cultural,
esperando que esto dé pie a volver a discutir su obra como modelo, pero también
como escritora, sus libros más allá de su crítica nos regala un panorama de su
contexto histórico y nos deja entrever el carácter que tenía. Poniatowska nos
viene a mostrar una silueta más de la imagen que es Lupe Marín y que bien vale
la pena rescatar y recordar como lo hacía su amigo Juan Soriano y que nos
comparte Carlos Monsivais:
“personaje que en la ciudad de México,
todavía reducida y moralista, encarnó la rebeldía sin pretensiones ideológicas,
la irreverencia que es un nuevo sistema valorativo, la maledicencia como la vía
más corta al juicio casi siempre exacto. Soriano la recuerda muy atrevida, muy
tremenda, muy intransigente, muy guapa, muy majestuosa, muy peleonera y sabe
que así se conservó en el último momento.”
Mínima crónica. Juan
Soriano en sus 70 años. Rostros de Lupe Marín.
Para algunos es una de las primeras mujeres en el movimiento feminista.
Entre las costumbres que rompió fue en perder un poco el retoque de la mujer
fina y como decían “muñequitas”, la mujer fuera del hogar y con una liberación
sexual. De las primeras mujeres en usar faldas más cortas, no hasta los
tobillos, hablar en público –aunque nos parezca ridículo- con palabras
altisonantes, ser modelo de pintores y
posar hasta desnuda para ellos, cosas que nada más lo hacían las prostitutas,
no las damas de bien. Traer el pelo corto, como “hombre”, opinar en temas
ajenos a las damas, y una larga lista de detalles que ahora son permitidos.
Pero Lupe quiso sobresalir más allá de su belleza, sí, aunque fue modelo de
grandes pintores como Diego Rivera, Frida Kahlo, Juan Soriano, de grandes
fotógrafos como Edward Weston e intentó hacerse un nombre a la sombra de su
marido, el gran muralista Diego Rivera. También tuvo el atrevimiento de
publicar dos novelas, ese hecho la hace ser considerada entre las primeas en
lograrlo con apoyo de una editorial y no de su bolsillo. “Un día patrio” en 1941 y “La única” en
1938. Ambas obras polémicas, “Un día
patrio” Lupe tiene el descaro de realizar comentarios de la vida política
nacional, no permitido a las mujeres, pero por ser intelectual pudo darse ese
lujo. Es un libro muy personal, donde uno puede darse cuenta de los sentires y
de los pensamientos de esta dama zapotlense. “La única” le costó mucho a Marín,
fue un libro polémico que dejó entrever un gran problema entre Jorge Cuesta,
Diego Rivera y ella, la intelectualidad
mexicana “vetó” por muchos años la figura de Guadalupe Marín, siendo lo que la
tiene velada hasta nuestros días. Se dice que Elena Poniatowska editará una
biografía de ella, esperemos que así sea.
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