José de Jesús Juárez Martín
En cierta ocasión encontré un niño de nombre Andrés 5 o 6 años, hijo de la Maestra de Biología de un Colegio donde el pequeño se enfrentaba con un trabajador que sierra en mano hacía trabajo de poda severa sobre los árboles y le llamó con desprecio y coraje: “asesino” porque cortaba los árboles que podaba. En su nivel de comprensión encontró comparación, similitud entre un ser humano y un árbol; los dos: seres vivos. El incidente quedó guardado en el inconsciente, ahora lo visualizo y lo expreso con cierta tristeza ante la pérdida de árboles que oxigenaban la población y que son derribados con autorización oficial, o sin ella, es preocupante, llega a nivel de asombro mezclado con desesperación, porque cualquier pretexto es bueno para justificar cortarlos: “no deja vista a la fachada” “nunca podemos tener limpio ese espacio”, “qué bien se vería una ciclovía por la Calzada Madero Carranza” “está levantando la banqueta”, “son mejor plantas de ornato”.
Para todos los árboles caídos, hay y habrá una excusa y dolor mal fingido, porque quiénes profesan la cultura de la depredación, su satisfacción consiste en urbanizar, aunque deshumanicen el entorno, por la lenta pero segura extinción de ciertas clases de árboles y su lamentable desaparición de los espacios urbanos
Desde hace tres semanas descubrí que el árbol enhiesto, sano y bello que marcaba el fin o el principio de la calle dedicada al Sr. Obispo Don Serafín Vásquez Elizalde, lo habían “asesinado” porque lo talaron impunemente.
Como siempre “juanpueblo”, “Fuenteovejuna” levantó su protesta, inmediata, sencilla y “permanente” en acusación de los taladores, y el reclamo objetivo a las autoridades que lo consintieron.
En lo que dejaron de su tronco cercenado, algún ciudadano indignado colocó de lápida un pequeño árbol como escenografía funeraria del ecocidio, un recuerdo significativo como protesta, para hacer conciencia del gigante caído, un mensaje a los que lo conocimos y disfrutamos.
El domingo 24 de junio, en el Facebook encontré una bella fotografía del Periódico Sur de Jalisco y una altisonante y perfecta protesta del conocido comunicador José Pérez “Parabolita” por la tala de ese árbol (rip) que menciono y me motiva a comentar mi indignación desde que tuve conocimiento cuando lo descubrí hace tres semanas. Ojalá encontráramos varios: “Poetas Cicilia” decididos, que reactivaran la dignidad de la función pública ante el disimulo o la indiferencia.
Tal vez ellos señalaran los puntos álgidos de los tres niveles de administraciones.
Piensan algunos funcionarios que tres años son eternos: No todas las irresponsabilidades, la corrupción y el mal gobierno; son borrados por la verborrea y los carteles espectaculares que pretender cubrir las irregularidades.
Recordemos 70 años no fueron suficientes para dejar instaurada la “dictadura perfecta” (Mario Vargas Llosa), el pueblo mexicano manifestó severo repudio en el año 2000 y en Zapotlán en 1994.
Tampoco fueron definitivas 4 administraciones continuadas en Ciudad Guzmán. La alternancia de las 3 últimas administraciones municipales, demuestran que la ciudadanía parece pasiva, pero hace juicios cada 3 años en el primer domingo de julio, para regalarse a sí mismo y a un partido político un sueño esperanzador de un liderazgo adecuado en la solución de los problemas cotidianos.
Cuando hay cambio cuando hay relevo de partidos políticos en el poder, es porque no satisficieron en su tiempo los requerimientos ciudadanos mayoritarios.
Preocúpense políticos, sigamos preocupándonos ciudadanos cuando hay indiferencia del pueblo, cuando hay rechazo mayoritario, cuando las urnas no registran más del 50% de votantes (Edo. de México) y se acumula la insatisfacción porque los reclamos demócratas de servicio para las mayorías no llegan. Lo que llegan son imágenes bellas y cuentas alegres de demagogia, que extinguen la democracia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario