lunes, 21 de septiembre de 2015

Juan José Arreola, de Sol a Sol

Óscar Mata


A principios de 1975, Benjamín Wong Castañeda, director de El Sol de México, invitó a Juan José Arreola a escribir una nota diaria para la sección editorial del periódico. Fue un verdadero reto para el maestro, que se caracterizó por ser un escritor adusto, parco, con las palabras que utilizaba en sus escritos perfectamente dosificadas y medidas, exactamente lo contrario de lo que acontecía con el Juan José Arreo la oral. En efecto, la actitud de Arreola ante el lenguaje cambiaba radicalmente, en ciento ochenta grados, cuando pasaba de una de sus manifestaciones a la otra. Uno era el artesano de la frase, el orfebre que pulía sus textos, en su inmensa mayoría breves; otro, el profesor universitario o el comentarista de televisión que hablaba y hablaba, siempre con amenidad y sapiencia, e invariablemente dejaba algún tema no desarrollado del todo "para la siguiente clase", o se quejaba de que el tiempo de su intervención televisiva se agotaba cuando él apenas estaba "calentando motores". Una admirable mezcla de estos dos Arreolas, de las dos facetas del maestro Juan José Arreola, se dio en la columna intitulada "De sol a sol", que apareció desde el sábado 8 de febrero de 1975 hasta el viernes 10 de diciembre de 1976, casi siempre en la parte superior izquierda de la página cinco de la primera sección del rotativo. Poco antes de que su labor como editorialista cesara, el propio maestro hizo una selección de 10 que él consideró más representativo. El resultado fue el libro Inventario, que apareció en librerías el mismo día que cesaron sus colaboraciones. Inventario "viene del latín inventarium y significa la relación ordenada de los bienes y demás cosas pertenecientes a una persona o entidad. Pero también alude al documento en que constan esas cosas" contiene ciento cincuenta textos que representan, en números redondos, la tercera parte de sus colaboraciones para El Sol de México. El libro fue reeditado en agosto de 2002,2 en el marco del Homenaje Nacional que las principales instancias culturales del país rinden al nativo de Zapotlán el Grande, Jalisco.



Todas y cada una de las colaboraciones de Juan José Arreola para El Sol de México fueron breves, siempre de la misma extensión: una cuartilla y media aproximadamente. Su debut fue anunciado en la primera plana del periódico: "Desde hoy, 'De sol a sol' de Juan José Arreola", acompañada de una caricatura del zapotlanense3. Su primera entrega se intituló "Padres e hijos, S. A."4, en la cual dice que los padres no deben lamentarse de la vida de sus hijos. "Porque es la que les hemos dado, sin darnos cuenta". Y a continuación cita a dos poetas: Rubén Darío y López Velarde. Tal será la tónica de sus trabajos para el matutino: su pensamiento acompañado con citas de literatos y estudiosos del comportamiento humano. En el libro se suprimen los títulos de las colaboraciones -que regularmente aparecían de lunes a viernes- y no se consigna las fechas en las cuales se publicaron. A fin de cuentas todos y cada uno son escritos de Juan José Arreola, que en su última entrega periodística se refirió con las siguientes palabras a la escritura de Inventario:

está escrito al correr de la pluma, sin apenas corrección. Ya está en librerías... y quiero que sea o que demuestre por lo menos, una voluntad secreta. Esa que todavía no he sido capaz de cumplir: la de hablar como escribo. La de escribir como hablo. 5

En un volumen compuesto por tantos textos es posible encontrar a varios Arreolas. El Juan José Arreola escritural, de las pequeñas obras maestras, se advierte en los textos que giran en tomo a un solo tema y asunto y jamás se apartan de él. Son obras que perfectamente podrían incluirse en la mayoría de los libros que escribió. Un buen ejemplo es la pieza que da inicio al volumen, que trata de la escritura y la creación. He aquí su primer párrafo:

Ven, porque las letras que escribo canjean todo el mal por el bien si cumples a primera vista la más antigua de las promesas. Soy el operario de la última hora en los flancos de tu viña. Ya no estaré solo en el lagar ni pisaré en sueños las uvas de la ira. No mancharé el vino con el delirio ni el pan con la amargura. 6

Hay otro ejemplo de un texto netamente literario, ciento por ciento arreolesco, que bien pudo figurar en Confabulario total.

Supongamos que yo soy usted. Respóndame pues lo que quiero preguntarle. 

Supongamos que el mundo va a acabarse dentro de cinco minutos y que usted dispone de dos horas para redactar un informe sobre el Juicio Final. ¿Dónde le gustaría pasarlas? Supongamos que yo amo a la mujer de otro y que ese otro es usted. ¿Qué haría en mi lugar?7

Esta clase de piezas breves, que se desarrollan en la frontera de la prosa con la poesía, son las que le valieron al zapotlanense prestigio y admiración entre sus colegas y sus lectores. Sin embargo, Juan José Arreola fue un escritor que por desgracia abandonó la escritura, según él "por falta de tiempo ... ese tiempo interno y secreto en que suena la hora de la verdad y se traduce en palabras eternas ... "8 En este sentido, su último libro de creación literaria fue Palindroma (1971); posteriormente fueron apareciendo libros formados con recopilaciones de citas o entrevistas con el maestro, como La palabra educación (1973) o Y ahora la mujer (1975) editados por Jorge Arturo Ojeda; también libros con palabras y oraciones de Juan José Arreola, pero palabras y oraciones dichas, no escritas, como Memoria y olvido (Vida de Juan José Arreola /1920- 1947), contada a Fernando del Paso ( 1994) y El último juglar. Memorias de Juan José Arreola (1998), dictado a su hijo Orso. Entonces, Inventario viene a ser el último libro escrito por Juan José Arreola, aunque ciertamente no como escritor, sino como editorialista de un diario, ya no con su pluma, sino con máquina eléctrica. Y eso se advierte.

Junto a los ejemplos de la más cincelada escritura, en Inventario hay textos que vienen a ser una mezcla del Arreola escritural y del Arreola oral. Para todos aquellos que tuvieron la fortuna de ser sus alumnos o sus televidentes, era habitual oírlo pasar de un tema a otro con la mayor soltura, sin perder un ápice de la atención de su audiencia. En estos breves trabajos periodísticos el maestro Arreola no se va por las ramas y "por las ramas de las ramas", según él mismo comentaba, debido al reducido espacio del que disponía; sin embargo, se las arregla para ocuparse de dos o tres temas en poco más de una cuartilla haciendo gala de su prodigiosa memoria, amén de su vastísima cultura, que le permitía hilvanar varias citas a propósito de cualquier asunto. No pocas de sus colaboraciones en El Sol de México podrían haber sido dictadas, la premura del trabajo periodístico así lo impone, y posteriormente recibieron una pulida. La traducción constituyó una efectiva ayuda en la diaria labor de entregar un texto al rotativo. Arreola dominaba a la perfección el francés, había vivido en París inmediatamente después del final de la segunda guerra mundial, y sólo la rigidez del clima impidió que hiciera carrera en escenarios galos. Traducía con el auxilio de ocho diccionarios y acompañaba sus versiones con apostillas. He aquí su "receta" para llevar a cabo la traducción de un soneto:

Se toma un soneto de buena calidad, preferentemente clásico, y desde luego, ya se sabe, escrito en delicada y sabrosa lengua extranjera. Se limpia cuidadosamente de cualquier errata de imprenta, y se consulta una edición crítica del texto, con el fin de enterarnos acerca de las variantes que aparecen en los borradores del poeta y que pueden servimos para sazonar· lo a nuestro antojo. Se toman los catorce versos uno por uno y se les corta la punta. Esto es, la palabra consonante, como si fueran espárragos o percebes. Tendremos lista de antemano la sartén. Perdón, la hoja de papel virginal, completamente en blanco, pero ya calentada por nuestra inspiración a punto de hervir, como un aceite esencial. Y hacia el margen derecho vamos pegando con un buen adhesivo todas las rimas en su lengua original...9

Estoy seguro que los lectores de Arreola se habrán percatado que la "receta" viene a ser un pastiche de "Para entrar al jardín", que aparece en Palindroma, un libro que, según su solapa, "esconde la posibilidad de ser leído al revés o al derecho".10

Tome en sus brazos a la mujer amada y extiéndala con un rodillo sobre la cama, después de amasarla perfectamente con besos y caricias. No deje parte alguna sin humedecer, palpar ni olfatear. Colóquela en decúbito prono (ventral), para que no pueda meter las manos y arañarlo. Incorpórese con ella cuando esté a punto de caramelo, cuidando de no empalagarse. En el momento supremo ... 11
Como todo escritor que incursiona en el periodismo, la temática de sus artículos es miscelánea; sin embargo, trátese del tópico que se trate, siempre se le ve a través de un cristal, un prisma que no es otro que el mismo Arreola, el Juan José Arreola lector de Montaigne. El autor de Varia invención prologó la edición de Ensayos escogidos12 hecha por Nuestros Clásicos de la UNAM y ahí escribió lo siguiente a propósito del ensayista De la Torre, que perfectamente puede aplicársele a su persona:

No son pocos los que han censurado esta malsana complacencia, ese íntimo regodeo en la propia personalidad, ese prurito de darse a conocer, ese temor patológico de pasar inadvertido o de ser mal interpretado. Lo mejor en este caso es dar razones artísticas que todo lo justifiquen. Pero no hace falta, y menos tratándose de Montaigne, que nunca se preocupó por escribir "artísticamente". La exaltación del yo, en su caso, es una imperiosa necesidad. Cuando el ser individual se pierde en la muchedumbre bestializada, hay que poner una lente de aumento sobre él para afinarlo y destacarlo, porque a través de un yo autentico, suele abrirse paso toda la humanidad. Y la moneda del espíritu abolido vuelve a circular, reluciente y valiosa, acuñada por el hombre que se encuentra y se conoce a si mismo.13

¿Quién fue Juan José Arreola? Según su propia confesión, un hombre del pueblo que, como su amigo Pablo Neruda y su admirado Salvador Allende, abraza las causas populares. Alguien que quiso haber nacido a orillas de un río, pero en su entrañable Zapotlán sólo hay arroyos. En su trasfondo campesino, pugna porque se trabaje la tierra y el gobierno brinde toda la ayuda posible al campesino, lo cual sería de elemental justicia; además propone el establecimiento del Servicio Nacional Agrícola, por el cual los jóvenes pasarían "un año en el campo como trabajadores o maestros, enfermeros o deportistas, practicantes de las artes... "14 Vecino de la ciudad de México por casi cuarenta años, fue testigo del canceroso crecimiento de la urbe y un enemigo del más terrible de sus moradores: el automóvil, del cual se expresa así: "cajas de lámina de acero". "Estruendosas y huecas a más no poder, estas máquinas me atropellan como sinfonolas veloces"; 15 pero lo que le preocupa sobremanera es la transformación que experimenta, ese brutal cambio de máscara, la persona atrás de un volante. Y por encima de todo, fue un creyente que, como uno de sus primeros personajes, hizo el bien mientras vivió, aunque de ninguna manera estuvo libre de culpa ni exento de pecado, de ahí que vea al Purgatorio como un lugar de purificación.

En sus notas periodísticas Juan José Arreola esencialmente se muestra como un humanista, un ser interesado en todo lo humano, en especial en sus semejantes. La mayor cantidad de los textos reunidos en Inventario son semblanzas, hay más de dos docenas de ellas. Entre los proyectos inconclusos de Arreola, hubo un catálogo de personajes excéntricos y extravagantes; en esta recopilación podemos conocer a varios de ellos: Luisa Barbarroja, presidenta de la Liga de Protección de las Mujeres 16 y Jules Allix, secretario de esa liga en 1885, "candidato comunista defensor de la religión" y alcalde del Octavo Arrondissement parisino; 17 Pedro Valdo, alias Pedro el Valense, que "encendió sin darse cuenta, predicando amor, las hogueras de la Santa Inquisición"; 18 Bartolomé Cornejo, quien solicitó y obtuvo de Carl s I la autorización para " hacer y edificar", en 1516 y en la ciudad de Puerto Rico de la isla de San Juan, el primer prostíbulo del nuevo mundo. 10 A éstos hay que añadir una lista de literatos como Boris Pastemak, Amado Nervo, Francisco de Aldana, su multicitado Paul Claudel y Rainer M. Rilke, así como Viacheslav Ivánovich Ivánov y Mijaíl Osípovich Guerchenson, quienes intercambiaron cartas en el verano de 1920 mientras "ocupaban dos ángulos diagonalmente opuestos en la misma sala de la Casa de convalecencia para trabajadores intelectuales de Moscú.20

Mucho del tiempo que Juan José Arreola debió ocupar en escribir lo dedicó, según propia confesión, al ajedrez, el juego ciencia, metáfora de la condición humana, que tuvo sus inicios en la España musulmana del siglo IX. El maestro, haciendo caso omiso de sus triunfos artísticos y personales, se muestra partidario de las tablas en la existencia, a pesar de que en vida y obra él obtuvo la más valiosa de las victorias, esa que describe en el último párrafo del último libro que tuvo a bien escribir:

Lo digo por última vez; la idea de triunfar en la vida frente a los demás, nos derrota íntimamente. La única victoria que vale la pena obtener, es la que se gana dentro de las paredes de nuestra casa. Y para ir todavía más lejos o para llegar más cerca, creo que la única victoria va liosa es la que gana el corazón, dentro de nuestras propias y más íntimas costillas.21



BIBLIOGRAFÍA

1Juan José Arreola, "De sol a sol. Viernes 10" en El Sol de México, México, viernes 10 de diciembre de 1976, p. 5 A.
2 Juan José Arreola, Inventario, México, Diana Conaculta, 2002, 195 pp. )
3El Sol de México, año X. núm. 3344, México, sábado 8 de febrero de 1975, p. 1 A.
4 Juan José ArreoIa, "De sol a sol. Padres e hijos, S. A," en ¡bid. , p. 5 A. 162 Temo y variaciones /9
5 Juan José ArreoJa, "De sol a sol. Viernes 10".
6 Juan José Arreola, Inventario, p. 7.
7 Ibid., p. t 39.
8 Ibid., p. t 59.
9 Ibid., p. 168. 166 Tema y variaciones
10 Juan José Arreola, Palindroma, México. Joaquín Mortiz, 197 1, 156 pp. (Obras de J. J. Arreola).
11 Ibid., p. 40.
12 Michel de Montaigne, Ensayos escogidos. Pról. de Juan José Arreola, México, UNAM, 1997,533 pp. (Nuestros clásicos, 9).
13 Ibid .. p. 16.
 14 Juan José Arreola, Inventario. p. 111.
15 Ibid., p. 66.
16 /bid .. p. 47.
17 Loe. cil.
18 Ibid .. p. 57.
19 Ibid., pp. 53-54.
20 Ibid .. p. 140.

21 Ibid., p. 195.

No hay comentarios:

Publicar un comentario