Milton Iván Peralta
“Sólo un espíritu exquisito puede ser
capaz de expresar bellamente los sentimientos humanos por medio de la poesía”,
es así como Juan Manuel Preciado a Virginia Arreola, en la charla sobre su obra
que realizó la Dirección de Cultura, del Gobierno Municipal de Zapotlán el
Grande.
En los muros parroquiales
la tarde coloca “enrosos”
con sus rayos luminosos
a través de los vitrales,
y en los adornos florales
el cempasúchil perfuma
todo el ambiente que ahúma
el oscilante incensario.
la tarde coloca “enrosos”
con sus rayos luminosos
a través de los vitrales,
y en los adornos florales
el cempasúchil perfuma
todo el ambiente que ahúma
el oscilante incensario.
Es la hora del Rosario
cuando la tarde se esfuma.
Retumbó los versos de “Diez décimas a Zapotlán” en la voz de Sara Espinoza, nieta de la homenajeada. Y es que el recinto de la sala de “Hijos Ilustres” se llenó de la poesía de Virginia Arreola, donde en voz de sus exponentes se escucharon los poemas del primer libro “Abalorios, sonetos y versos de dicha y quebranto”, editado en el 2007 por el CUSur.
Retumbó los versos de “Diez décimas a Zapotlán” en la voz de Sara Espinoza, nieta de la homenajeada. Y es que el recinto de la sala de “Hijos Ilustres” se llenó de la poesía de Virginia Arreola, donde en voz de sus exponentes se escucharon los poemas del primer libro “Abalorios, sonetos y versos de dicha y quebranto”, editado en el 2007 por el CUSur.
Juan Manuel Preciado hizo énfasis en que
Virginia Arreola le “canta hermosamente a Zapotlán” en sus sonetos y décimas,
como ejemplo leyeron algunos del primer libro.
Después platicaron y leyeron parte
de la obra “Del color del ámbar, prosas, cuentos y cartas”, editado en el 2010
por el Archivo Histórico de Zapotlán el Grande.
“Es este libro donde doña Virginia nos deja ver su lado más imaginativo,
nos muestra que nunca ha dejado de ser una niña”, y como ejemplo leyó el cuento
“¡Caracoles!”, donde Sara Espinoza platicó algunas anécdotas de cuando era niña
en torno a ese relato. Para terminar leyeron la primera carta, “una práctica
que ha caído en desuso, gracias a las nuevas tecnologías que en un instante
podemos comunicarnos, pero no nos decimos nada”, lamentó Juan Manuel Preciado.
La velada no podía terminar sin las
palabras de Virginia Arreola, quien primeramente agradeció al equipo de cultura
que encabeza Cayetano Chávez Villalvazo, por realizar esta actividad pero sobre
todo “por acordarse de mí”.
“Junio destrozó mis calendarios...”,
sentenció Virginia Arreola, haciendo alusión a que ese mes es complicado en su
vida personal, su cumpleaños y los fallecimientos de su esposo Roberto Espinoza
y su hijo Octavio Espinoza Arreola. Contó anécdotas del Zapotlán antiguo
recordando que cuando subía a las Peñas, veía hacia la ciudad esas tejas, y se
imaginaba “los tejados parecían torcacitas acomodadas. Eso ya no hay”. Contó
anécdotas como cuando su familia estaba dividida entre Guadalajara, Zapotlán y
Manzanillo y cómo su padre la ocupaba como secretaria para escribirle cartas
que mandaba en tren a la familia, “yo muchas veces la hice de carta, hice ese
viaje en tren de Manzanillo a Zapotlán muchas veces, llena de recados y
encargos”. También recordó que su “infancia se me fue remendando calcetines”,
esto recordando que todos tenían que ayudar en los quehaceres en su casa
paterna.
Para finalizar, Cayetano Chávez
Villalvazo, hizo entrega de los reconocimientos a los ponentes Sara Espinoza y
Juan Manuel Preciado y felicitó a Virginia Arreola y dio las gracias por el
apoyo que ha dado a esta dirección de Cultura. Al final doña Virginia anunció
que pronto saldrá un tercer libro llamado “Opalescencias”, donde contará parte
de su infancia y adolescencia.
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