Luis
Armando Montes de Oca Reyes
Tuxpan
Jalisco o Tuxpan Veracruz. Del primero hablaré enseguida y del segundo en otra
ocasión lo haré. La palabra Tuxpan proviene del nahua Tochpan, del sustantivo Tochtli
que significa conejo; y del sufijo –pan que significa lugar. Tuxpan quiere decir lugar de conejos. En
este municipio se dio a conocer “El primer concurso de cuentos, relatos y
leyendas 2014” donde me animé a participar con dos relatos que a mi juicio son
extraordinarios, de poca importancia o tal vez por su contenido y forma son
simplemente de uso común en la vida cotidiana que alguna vez me platicaron. La
convocatoria no pedía raza, color, sexo, edad y nacionalidad…Según el jurado no
fui yo el ganador, pero yo con el simple hecho de participar me sentí ganador.
Por tal motivo mi estimado lector le doy a conocer tales colaboraciones que no
cumplieron con el requisito acordado. Usted tiene la última palabra.
EL LOCO DE LA ESTACIÓN
Dicen los que saben que la estación de
Tuxpan está maldecida, quizás poseída por los ángeles del demonio y que además
tiene un encanto y un misticismo atroz e inesperado; según se cuenta que hace
muchos años ahí vivía un hombre; él cual siempre estaba siempre atento cada vez
que llegaba el tren, -pues a todos los viajantes que subían y descendían del
“patas de fierro” el hombre les preguntaba que si de casualidad no habían visto
a su hijo que se le perdió en ese lugar maldito donde se aparece “el loco de la
estación”. -Entre el bullicio y la algarabía de los pasajeros, los vendimieros
y los oriundos de la región se escucharon algunas palabras de aliento como:
--
¡Suerte en tu búsqueda!
--
¡Ten fe en Dios!
--
¡No se desespere!
--
¡Pronto lo encontraras!
Cuando el tren se retiraba a su destino
todo volvía a la normalidad. El señor de aspecto deprimente que buscaba a su
hijo, -decía que no sabía nada de él si estaba vivo o muerto, pero también
señalaba: “tengo fe en Dios que lo encontraré porque mi fe es más grande que mi
propia incertidumbre y si el viviera el día de hoy cumpliría 25 años”.
-Se
retiraba el tren y el hombre hacia lo suyo. La gente comenzó hablar de él quién
se ganó el apodo del “loco de la estación”. Hay quienes afirman que cuando la
terminal ferroviaria se quedaba sola, era refugio de unos cuantos perros, de
una soledad imprecisa y de un viento sin explicación real y palpable; dicen que
el tipo se aparecía en el aquel edificio estructural lleno de misterios y
conjuros sin resolver, de secretos exuberantes y prodigiosas narraciones que
van de la mano de Dios Nuestro Señor; pero que cuando la gente le quería hablar
a él para hacerle platica, el individuo corría como un loco despavorido quien
se perdía entre vías férreas como cuando el viento se aleja lenta y
minuciosamente que ni se le puede ver ni tocar, solamente sentir. Nunca se podía hablar con el…Solo cuando el
tren pasajero llegaba al lugar de los hechos.
-Un
día de tantos pasó exactamente algo similar.
-Llegó
el tren de Colima a Guadalajara.
-Preguntó
por su hijo.
-Su
mirada era triste, melancólica y piadosa.
De repente el portentoso “patas de
fierro” se retiraba y un muchacho vestido de seminarista que portaba una biblia
en la mano le dijo: “tu hijo emprendió su camino al cielo y para llegar a él
pasó por el infierno y el purgatorio, búscalo en dirección contraria a esta
locomotora y lo encontraras”. De pronto vio en el pecho del joven una medallita
de la Virgen de Guadalupe que le había regalado a su hijo. -Al instante el
señor quiso hablarle al joven, le gritó, y le levantó la voz, pero sus
exclamaciones fueron en vano, el cowboy no se detuvo jamás. -Días después tomó
sus cosas, sus recuerdos y dio principio a la búsqueda que lo atormentaba
intensamente. -Primero pasó un puente y luego dos túneles. Al decir el tercer
túnel se detuvo y notó que cercas de él había en un recoveco donde estaba la
Virgen de Talpa; se inclinó y rezó profundamente; al poco rato se percató que
frente a él estaba la medallita que justamente le había regalado a su
primogénito cuando cumplió cinco años de edad. Cabizbajo y muy triste fue como
entró al pasadizo que marcaria su vida. A la mitad del corredor gris y negro
sintió un gran escalofrío en su cuerpo, su corazón se agitó, no podía creer lo
que había visto; sus ojos se le llenaron de lagrimas al ver en la cueva a una
persona muerta recargada en la pared, cuyas mismas características eran las de
su retoño; al quererlo agarrar se oyó un ruido estrepitoso que cimbraba el
tendido ferroviario, la obscuridad lo cegó por completo y no pudo contenerse
ante tal impresión que se desmayó.
Pasó el tren pasajero y el señor
aturdido por la máquina, se limpió sus ojos y cuando quiso voltear al socavón
ya no estaba lo que él había visto; en su lugar se hallaban costales, basura, y
otras tantas cosas más que no eran humanas; sino mas bien eran inhumanas de la
propia naturaleza que Dios nos concedió. Su asombro era desorbitado, inhóspito;
estaba impaciente -no sabía quehacer la obscuridad del pasillo le había
quebrantado sus sueños e ilusiones y sobretodo la añoranza de volver a ver a su
chiquillo travieso con vida y que fueran felices como antaño lo fueron; en su
desesperación recorrió el lugar a pulso, <paso a paso> <de ida y de
vuelta> y no encontró más que porquerías, inmundicia, desechos y olores
nauseabundos que produjeron en “el loco de estación” tristeza, amargura,
desconsuelo, angustia y desatino. En su desmoralización regresó al terreno
donde había vivido por muchos años; donde su vida era solitaria, austera,
ermitaña y antisociable. Cierto día llegó el tren nocturno a la estación y el
tipo de aspecto desagradable que preguntaba por su retoño; decía que lo había
visto muerto en el túnel número tres y poco después desapareció como se esfuma
el humo en el aire; la gente no le hizo caso y nadie creyó en él. En esa
ocasión no se dio cuenta que detrás de la ventana del carro pasajero iba un
joven sentado leyendo el “texto divino” quien a su vez con su mano al viento le
decía adiós al “loco de la estación” y éste quiso hablarle, le chilló y le alzó
la voz; pero fue inevitable, el tren no se detuvo en ningún momento.
-Confundido
por los acontecimientos. -Llorando de rabia y de coraje se sentó en la vía
frente a la terminal ferroviaria; sus recuerdos y su razón de ser le dijeron
que su chaval estaba muerto, que lo mató un impúber de su misma edad que se
aparece en tal túnel y dice la gente que ese niño era el mismísimo Diablo en
vida. -Sentado en la vía y mirando al horizonte escuchó el llanto de un niño
que le expresaba: “papá déjame descansar, estoy en un lugar muy bonito donde
hay muchos niños y quiero seguir jugando”.
El señor elevó su mirada al cielo y
buscando la voz que le hablaba, la cual se perdía con el vaivén de las hojas de
los árboles, se distorsionaba con los ladridos de un perro y con el hermoso
viento de invierno que no daba pie a que la gente llegara con el señor a
consolarlo, mucho menos hablar con él. Desde entonces se oyen lamentaciones del
niño desaparecido buscando a su papá y los gritos de clemencia y de piedad del
joven asesinado, los cuales se escuchan desde el túnel hasta la estación, en la
cual se aparece un hombre no muy sensato ni razonable; al contrario,
incongruente e irracional que se desaparece ante la multitud y cuando llega el
tren camina entre la gente por la estación; al día de hoy ese hombre es un
misterio que ronda por las noches en los andenes del edificio estructural con
teja y bardas de adobe; al día de hoy es una leyenda mística, extraordinaria y
espiritual; la gente que ha visto al señor de cerca y que ha platicado con él
es porque su fe es más grande e inmensa que el mismo infinito, que lo eterno,
lo perdurable, lo inmortal; palabras más palabras menos- que si bien eran del
joven seminarista que iba leyendo la Biblia través de la ventanilla del tren
pasajero.
LA JOVEN DE NEGRO
Tuxpan de mi vida, Tuxpan de amor,
regálame esta noche y dame tu corazón. -Son los versos que escribió, -que
contaba en el tren pasajero la joven que viajaba a Tuxpan y que nunca llegó a
ese pueblo fantástico de donde era originaria. Esa mujer abordaba el tren en la
ciudad de Guadalajara y con los pasajeros hablaba maravillas de su lugar de
nacimiento. Sentada o parada no dejaba de lamentarse por que tuvo que dejar su
pueblo natal al cual anhelaba tanto volver y ser feliz como cuando era la
princesa de su señor padre. La jovencita que vestía de color oscurecido, en
ocasiones subía al tren en el puerto de Manzanillo y no está por demás decir
que contaba exactamente lo mismo, hablaba maravillas de Tuxpan -que si era de
Jalisco, -de Colima o bien que pertenecía a una cultura ancestral y docente.
Los recorridos que perpetró esta fémina son historia, son recuerdos que viven
en suspenso, -si son reales o son cuentos inventados o en su defecto son
lamentos y sueños que no pudieron realizarse.
La tierna muchacha que vestía de negro
actualmente es inspiración para todos aquellos que viajaron en el tramo
ferroviario Guadalajara-Manzanillo en especial para aquel niño que se enamoró
profundamente de la joven que le profirió: “Tuxpan es un pueblo místico,
mágico, encantador y enigmático; es increíble por su historia; es maravilloso
por sus cuentos, leyendas y relatos, los cuales nos llenan de gozo, de alegría,
de ímpetu. Narraciones extraordinarias como por ejemplo: el arco de los ahorcados, la procesión fantasma, la carretera de la
muerte, el tamborilero sin cabeza, la mujer fantasma del tren nocturno, el
diablo a caballo, la puerca negra y el tren fantasma, entre muchas más. Tuxpan
es conocido como “el pueblo de la fiesta eterna”, su clima es cálido y
acogedor. Sus danzas son indiscutibles, entre las que destacan se encuentran: los paixtles, los sonajeros y los chayacates.
Las calles como los barrios son el vivo retrato de su cultura, de sus
tradiciones y de sus no muy contadas y famosas costumbres. Hablar de la calle
Mariano Escobedo, del barrio del cuervo, del grito de la llorona por el rumbo del Salaton, la cruz blanca, la
calle del panteón y la estación ferroviaria son sinónimo que Tuxpan no morirá
jamás ante el ocaso del viento frio y tenebroso que se vive en altamar. Los
tacos de la estación y la cuachala son piezas fundamentales en su gastronomía.
El cerro del Cihuapilli es un recinto
glorioso por su haber; la virgen de Guadalupe lo cuida como un sempiterno del
saber. Resguarda en su interior la visita de las multitudes que acuden en su
día”.
Ese
niño recuerda que le escribió:
--¡Eres
muy bonita!
Y
la joven le contestó:
“Mi
vida se iluminó con tu linda sonrisa pero hoy te digo adiós, tu destino quizás
lo encuentres en el mar en una tarde de invierno; mientras tanto el mío será
morir de dolor, de angustia en esta travesía ferroviaria donde el tren se
descarrile y quiebre en mil pedazos como está mi corazón por tu ausencia y
desamor. La desesperanza y la agonía de no vivir, de no poder contemplar mi
Tuxpan adorado eso me desanima y me mata de tristeza”.
-Ese
niño hoy en día es todo un hombre quien recuerda lo siguiente:
Tuxpan
eres un bello pensamiento, eres un paisaje en la realidad.
Un
millón de rosas blancas cortare para ti en abril.
Xilófono
es tu instrumento musical de inspiración para tu gente.
Princesas
son tus mujeres y pulcros son sus quehaceres.
Armándome
de valor escribí esta historia que no he leído jamás.
Nacional
como internacional es tu vida y tu forma de ser.
Un
acróstico que escribió la joven hermosa y que fue rescatado por un niño
enamorado. –Los viajeros la recuerdan con tanto esmero que dicen que las cosas
que platicaba eran tan preciosas y tan solemnes como la vida espiritual de
Dios. Los pasajeros que la conocieron dicen que era muy hermosa pero que
desgraciadamente no podía volver a su lugar de origen porque el Diablo se
apoderaría de ella…porque según era un ángel divino enviado del creador a
través de una estación, estación ferroviaria o estación del año; cuestiones que
se preguntaba la gente de distintas partes de la región.
Escritor
colimense.
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